CÓMO EVITAR PROBLEMAS CON EL FILTRO DE PARTÍCULAS DIÉSEL
El mantenimiento de estos elementos es de control. Esto quiere decir que el taller utiliza maquinaria específica que le permite verificar el estado del filtro antipartículas durante las revisiones.
Una vez más, el empleo de un lubricante adecuado que cumple las normas indicadas por el fabricante del vehículo en su libro de mantenimiento (SAE, ACEA, API o propias) es fundamental para alargar al máximo la vida de este componente del vehículo.
De hecho, si se han realizado los mantenimientos adecuados al vehículo, con el lubricante indicado, el cambio del filtro de partículas diésel se podrá realizar a partir de los 100.000 kilómetros. Eso sí, en el caso de los primeros vehículos que llevaban FAP, la sustitución se debe realizar antes.
Si se ha utilizado un aceite de motor inadecuado, es muy posible que tengas que cambiar el DPF antes de lo previsto, con el consiguiente disgusto en forma de factura del taller, que en este caso suele ser bastante elevada.
Esto es así porque algunos aditivos del lubricante, al quemarse en la cámara de combustión, pueden dar lugar a sales metálicas, también conocidas como cenizas sulfatadas, que llegan al filtro, donde son retenidas. Lo malo es que estas sales no pasan a gas con las temperaturas que se generan en el FAP, por lo que se acumulan y obturan el paso de los gases.